El martes 25 de noviembre se llevó a cabo una nueva conferencia del Proyecto de Investigación Aplicada en Democracia de la Universidad Miguel de Cervantes (UMC), en una actividad que contó con una alta concurrencia y que reafirma el creciente interés por abrir espacios de reflexión crítica sobre los desafíos contemporáneos de la democracia.
En esta ocasión, el investigador del proyecto y académico, profesor Enrique Morales, presentó la conferencia titulada“¿Resolver problemas o repensar la democracia? Una reflexión crítica sobre Mark Warren”, realizada en el auditorio de la Universidad Miguel de Cervantes.
La jornada contó con la presencia del Presidente de la Junta Directiva de la UMC, señor Gutenberg Martínez, y del director del Proyecto de Investigación en Democracia, señor Eduardo Saffirio, quienes destacaron la importancia de generar instancias de diálogo académico que contribuyan al fortalecimiento del pensamiento democrático dentro y fuera de la institución.
El profesor Enrique Morales es licenciado en Ciencia Política por la Pontificia Universidad Católica de Chile, máster en Estudios Políticos Aplicados por la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) en Madrid, con estudios de doctorado en la Universidad de York, Inglaterra. Se ha especializado en teoría política y actualmente se desempeña como investigador adjunto del Proyecto de Investigación Aplicada en Democracia de la UMC, además de ser docente en la Escuela de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Durante su exposición, el profesor Morales presentó una crítica reflexiva al enfoque democrático del reconocido teórico Mark Warren, poniendo especial atención en el giro metodológico que este propone y en su influencia en la teoría democrática contemporánea.
Según Morales, la propuesta de Warren desafía dos pilares tradicionales de la teoría democrática: Primero el predominio de los modelos de democracia(deliberativa, agregativa, participativa, cosmopolita), que tienden a explicar el fenómeno democrático desde un rasgo o componente aislado; y segundo la normatividad clásica, sustentada en ideales de virtuosismo cívico, perfeccionismo moral o ciudadanización formativa.
Frente a ello, Warren introduce una idea decisiva: la “normatividad inversa”, esto es, que las exigencias normativas ya no provienen de doctrinas o instituciones, sino desde las prácticas ciudadanas mismas, que interpelan a los actores políticos, a las instituciones y a los marcos teóricos tradicionales.
Morales destacó que esta lectura permite comprender fenómenos democráticos contemporáneos que los enfoques deliberativos o racionalistas no lograban capturar: las protestas, el activismo, lo performativo, la rabia social, los símbolos y contraculturas que emergen desde la ciudadanía. A partir de esta comprensión, Warren propone tres ejes normativos mínimos para entender la democracia actual: La inclusión empoderada, la formación de agenda y voluntad, y la colectivización de la decisión.
Estos ejes se sostienen en un conjunto de siete prácticas genéricas (reconocer, representar, deliberar, votar, resistir, asociarse y salir), suficientemente abiertas como para dar cuenta de la experiencia democrática real.
Sin embargo, Morales también planteó críticas importantes: “la teoría de Warren posee una normatividad delgada”, insuficiente para enfrentar desafíos como el populismo, la corrupción, la nostalgia autoritaria o la pérdida de bienes comunes.
La democracia requiere también un fundamento formativo y proyectivo, capaz de explicar por qué elegimos ciertos fines, valores y horizontes morales compartidos. En su opinión, teorías como las de Sandel o Charles Taylor ofrecen elementos más sustantivos para construir ese trasfondo común.
Morales advirtió, además, que fenómenos actuales —liderazgos personalistas, ausencia de partidos programáticos y un individualismo exacerbado— dificultan la construcción de un futuro compartido y exigen repensar la democracia más allá del simple registro del conflicto.
Finalmente, expresó su defensa de una “democracia elicitiva”: un enfoque que supera la lógica amigo/enemigo, valora la adversarialidad democrática y busca construir consensos genuinos desde las razones compartidas, entendiendo la democracia como un proceso que suscita, convoca y construye sentido común sin dogmas ni esencialismos.
Según explicó, estas limitaciones abren interrogantes sobre la cohesión social, los fundamentos normativos de la vida democrática y la necesidad de promover una ciudadanía capaz de proyectar horizontes comunes más allá de la mera reacción ante problemas inmediatos. Una democracia robusta, señaló, requiere una visión más profunda y sostenible del desarrollo cívico.
La alta asistencia e interés del público confirmaron el impacto positivo del proyecto y reafirmaron el compromiso de la Universidad Miguel de Cervantes con la reflexión académica, la formación ciudadana y la generación de conocimiento para fortalecer la vida democrática.



