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Convocados por el Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales de la Universidad Miguel de Cervantes a conversar y analizar sobre las perspectivas para América Latina del nuevo gobierno en Brasil, se reunieron el la sala Bernardo Leighton Carlos Ominami Pascual, ex Ministro y ex Senador en Chile y Francisco Javier Leturia, académico de la Universidad Católica de Chile juntos a Patricio Leiva, Director del ILRI, intercambiaron ideas sobre las razones del triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil.
Para muchos analistas, en América Latina, existen condiciones propicias para que prosperen políticos populistas, tal como a ocurrido en Estados Unidos y gran parte de Europa. Pero, si en algo estuvieron de acuerdo nuestros invitados es, que si bien existe esta preocupación, Latinoamérica tiene diferencias de contexto respecto de Europa y EEUU que se aprecian incluso el el propio Brasil. En América Latina los ciudadanos están mucho más preocupados por la prosperidad económica y la seguridad pública, la migración es un tema nuevo a diferencia del lo que sucede en el viejo continente.
En Brasil, el recientemente electo Presidente, Jair Bolsonaro no cuenta con una maquinaria partidista que lo respalde. Es miembro del Partido Social Liberal, que ha cambiado gran parte de su plataforma –abrazando políticas sociales más conservadoras– desde que Bolsonaro se les unió este año. Su triunfo responden circunstancias particulares de su país, que incluyen una devastadora recesión económica y revelaciones de escándalos de corrupción masiva que han manchado al Partido de los Trabajadores, PT y a toda la clase política del país.
En su intervención Carlos Ominami argumentó que el triunfo de Bolsonaro “cambia la conversación para mal y dijo que… hay una tendencia global a instalar en el poder gobiernos de derecha que no son liberales, ante este fenómeno, hay que estar atentos y observar con cuidado su actuación, ya que “Gobiernos como estos, representan un peligro para la Democracia, por que no poseen y no representan un proyecto político, crean incertidumbre y se caracterizan por su improvisación. Su triunfo, el de Bolsonaro, responde más bien a un estado de ánimo de la sociedad brasilera que se manifiesta en los altos indices de inseguridad pública que se expresan en las altas tasas de homicidios, el desempleo y la corrupción”. Según el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada, IPEA, la violencia que desangra a Brasil logró imponer su propia marca histórica el 2016: por primera vez, la tasa de homicidios llegó a las 30,3 víctimas por cada 100.000 habitantes. Cifra que, en términos totales, equivale a 62.517 asesinatos durante ese año.
Para Ominami, el principal problema para Bolsonaro será “poder administrar la tremenda deuda externa de Brasil, y la reacción que tendrá su nación ante su propuesta de privatizaciones, herramienta que usará para intentar disminuir el Estado”. “Aunque no tiene la mayoría en el congreso, puede hacer mayoría para gobernar en un congreso lleno de componendas.” La deuda pública acumulada por Brasil cerró el 2017 en 3,5 billones de reales (unos 1,1 billones de dólares), lo que supuso un fuerte aumento del 14,3 % en relación a 2016, según datos divulgados hoy por el Tesoro Nacional de Brasil.
Mientras en su programa electoral el PT propuso la necesidad de una unión con las democracias socialistas de América Latina y promueve el llamado a una Asamblea Constituyente al estilo de Venezuela, Bolsonaro propuso la apertura de Brasil al libre mercado, para tener un país en el que la productividad esté por encima de las políticas de igualdad social que nivelan para abajo.
Para Ominami, el otro factor clave en su triunfo fue “la planificada operación política con el Partido de los Trabajadores y su líder Lula da Silva, que fue impulsada por la oposición del PT, que políticamente se les fue de las manos y genero las condiciones para el surgimiento de un candidato populista que capitalizó el descontento ante la clase política brasilera”.
Bolsonaro empezó a crecer en 2016, cuando la operación Lava Jato vinculó a la corrupción al entonces candidato del PSDB, Aécio Neves. La Lava Jato acabó con la carrera presidencial de Aécio y lastró a Geraldo Alckmin. Lava Jato es el nombre de la operación policial en 2014 que destapó la corrupción encubierta en una de las mayores empresas estatales de América Latina y la mayor de Brasil, la petrolera Petrobras.
Francisco Javier Leturia, que se definió como una persona lejana a la política y con un interés más bien académico en el tema, coincidió con Ominami en la idea de que “la sociedad brasilera tiene un extrema molestia que fue capitalizada políticamente por Bolsonaro”. Y sostuvo “el triunfo de Bolsonaro equivale al triunfo del NO en Chile del 88”. Y argumento su afirmación anterior indicando que en Brasil existe una ”Indignación Moral equivalente a la que había en el Chile Pre Plebiscito del 88”. Para Leturia, el gobierno del PT no funciona en Brasil porque cometió mucho errores en su administración. Uno de ellos fue la naturalización de la corrupción, cuestión que la sociedad brasilera ya no tolera y afirmó que el error político de las administraciones de gobierno del PT es que “coexistieron con un sistema político caduco.” Entonces lo que hizo Bolsonaro en su estrategia de campaña fue “jugar con las cartas de la realidad, que no son otras que las altas tasas de delincuencia, corrupción, desempleo (12,1% en agosto de este año) y crisis económica, por decir algunas.”
\”Un antecedente que nos cuesta entender en Chile es que en Brasil los militares tienen altos grados de aprobación y credibilidad ciudadana cercanas al 70%, entonces apoyar un candidato que viene de sus filas fue un recurso estratégico de campaña más que ayudó a triunfar en las urnas”. Un sondeo hecho el 2017 arrojó datos preocupantes sobre la opinión de los brasileños sobre su clase política: sólo un 13% de la población se encuentra satisfecha con el estado de la democracia y sólo un 6% respaldaba la actuación del Gobierno de Michel Temer. Sin embargo, las fuerzas armadas lideraban la confianza de la población, 40% dice confiar mucho en las Fuerza Armadas. Los militares intentan capitalizar ese apoyo en las urnas.
Para Francisco Javier Leturia, “la gente le creyó a Bolsonaro porque habló con la verdad en la idea de no ser Papá Noe en campaña y Pinocho gobernando.”
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